miércoles, 26 de abril de 2017

"CANTO A HURIN HUANCHO"





Autor: Edmundo Panay Lazo

1


Hurin Huancho
tú no naciste ayer.
Germinaste cuando el sol
recién empezaba a calentar
para ser Dios de los hombres
de esta tierra. 

Fue desde los Andes
cuando la nieve bajó 
a saciar la sed de los pedernales,
para hacer arcilla fecunda
de tus suelos.
Aquí el Inti modelo al hombre
que recibió el soplo de vida
en tu quebrada.

Ahí en Canto Grande
con fuego cósmico
tus hijos primeros
escribieron el mensaje
de tus dioses tutelares
en lineas ocultas
que brillan con más fulgor en lo recóndito.  

Expresión  telúrica insondable
solo conocen tu misterio
los seres cuyos ojos 
tienen el esplendor 
de la alegría de los niños.



2


Las alturas bajaron hacia ti
convertidas en agua y en simiente,
fecundaron en tu vientre ardiente
de sed y de rocío, junto al Rímac. 

Las lomas tomaron 
los matices del color de la esperanza
cuando tus arenales eran vírgenes
de pisadas caballerescas,
mientras los vientos de la sierra
hacían el amor con las mareas.

Ese tiempo las aguas
subían las alturas.

Cuando los hombres
navegaban río arriba
montados sobre peces de arcilla.

Cuando los vientos de los chavines
traían a los dioses de la selva:
al águila, al jaguar, a la anaconda
a danzar con las olas de la playa. 

Cuando los waris
convirtieron en pincel la chaquitaclla
y a Cajamarquilla
en ciudad de piedra y barro. 



3


Todo empezó
hace ya veinticuatro mil lunas, 
cuando Pizarro con el hierro
fundó una ciudad ,
donde Túpac Yupanqui
creció el amor con su palabra y
se inclinó reverente ante Ychma
antes de pedirle que adoraran
al Sol de Manco Cápac.

Así como en Hurin Huancho
en todo el Tawanbtinsuyo,
soberano del Ande,
no quisiste dejar 
huella de tus rodillas
y azotaron tus espaldas.
Rompieron tu romance 
con la tierra
y quisieron callar
tu runa simi. 

La mama pacha
solo sabía de tu sudor
generoso y fecundo,
no quiso ver lágrimas
en tus ojos
y atrajo las aguas
de las nubes.
Se fueron los virreyes
mas el fuste quedó,
olvidados tus surcos
y los siglos no avanzaron
en tus suelos
ni en tu rostro.
Las tierras no volvieron a ser libres,
pasaron a nuevo amo
que hacían otro país
en las ciudades. 



4


Hasta que un día
brotaron piedras de tus ojos,
no hubo lágrimas
que se detuvieran en la pena,
se convirtieron en tempestades
de montañas,
que caminan en el grito
entre selvas de cemento:
que se parten,
que caen,
que tiemblan.

Y los hombres olvidados
de la costa,
de la sierra,
de la selva
hicieron templos de amor
con las esteras.
Sembraron en la tierra poseída
frescas voces nacidas
en su vientre
con el aroma de la flor
de vida nueva. 

No pudiste
traer tus cordilleras
viniste con trigales
de sonrisa,
con tu olor de papa
y margaritas.
No trajiste las manos
despobladas,
florecían los callos
en las palmas. 


5


Lima peruana hecha de barro,
de piedra y de sudor,
de esperanzas que llegaron 
con la lluvia y las estrellas,
caminando con los cantos
en el pecho de los hombres.

Por eso Mangomarca
tus muertos no descansan,
bajan en las noches
cabalgando en los rayos 
de la luna fecundaste
para hacer mas fuerte
su canto en las tumbas,
la palabra de sus huesos
de pie, prestos a salir. 

Ante tu templo
vestidos de luceros
cantan y conversan
y al amanecer
desde el vértice
de tu pirámide
ascienden al infinito
esperando el momento
en que Inkari junte
sus partes y retorne. 



6


Hurin Huancho:
En tu suelo refundamos Lima,
que es chola que es mestiza,
detengamos al arcoiris
en San Juan de Luriganmcho.

Unamos nuestros brazos
en la aurora,.
el sol viene del Este
y el agua de sus punas milenarias. 

Bajamos a la chala
sobre las huellas
de la voz ultraterrena
de nuestros antepasados.

El llano ya no  quiso
subir a las alturas. 

No venimos a quitar 
nada pedimos,
todo lo damos.
En las horas de dolor
y de combate
nuestra es la sangre
derramada.

Allá en la cordillera
el sol calienta igual
al oriundo o al viajero. 



7


Hurin Huancho:
ya estamos cansados
de tener heridos los costados,
de no dejar avanzar a nuestros brazos
ni reventar en el momento la palabra. 

Nuestros hijos
saludaron a la vida
aquí en tu suelo,
tienen la dorada luz del Inti
en sus miradas
y la plateada ternura de la Killa
entre sus pechos.
La fiereza del puma
cuando la hora,
la majestad del condor
en su vuelo
y la caricia del viento de la playa. 

Somos peruanos:
luriganchinos
sobre la tierra
y
desde el fondo de la tierra.

Gracias Hurin Huancho
por habernos dado historia
caminemos en alianza
con el tiempo solidario.